Espacio para PensaR

En este espacio encontrarás reflexiones, artículos y notas mentales diseñadas para ayudarte a pensar de manera más profunda sobre tu día a día y cómo lo estás construyendo. Espero que estas lecturas te inspiren y te aporten nuevas perspectivas.

Hablar no concina el arroz

Cuando tenía 21 años, decidí cambiar de contexto, sintiendo la necesidad de abandonar mi pequeña ciudad y explorar nuevas posibilidades. No me encontraba en una zona de confort, y sentía que nada en mi radar me permitiría avanzar o al menos ayudarme a entender dónde quería estar. Fue entonces cuando decidí postularme a mi primera beca de estudios internacionales, y para mi sorpresa, fui seleccionada. Gané una beca completa para vivir medio año en Brasil y estudiar un semestre en la Universidad de San Pablo.

Esta experiencia fue increíble porque me permitió levantar la cabeza y tomar perspectiva. Entendí que la vida iba más allá de mi barrio y mis compatriotas, el mundo se presentaba en innumerables formas, con amistades de distintos países y la sensación de cercanía y lejanía al mismo tiempo con cada uno de ellos. Todo era nuevo, y esa novedad me ayudó a dar un paso más hacia donde estoy hoy. Aprendí a conectar con personas, conocer otras realidades y culturas, superar frustraciones también, y sin dudas, esos fueron mis primeros pasos en la gestión, ya que vivir sola en otro país con otras personas demanda mucha planificación y tolerancia.

Pero, ¿por qué comparto todo esto hoy? Porque, en aquel momento, no sabía exactamente lo que necesitaba. Al tomar acción, encontré la respuesta. Necesitaba conocer el mundo, dimensionar y tomar perspectiva. Al regresar a mi país, comprendí que esta sería la primera vez de muchas, y que quería seguir exponiéndome a experiencias similares. Buscaba algo más grande y no se trataba ni de éxito ni dinero, nada por el estilo (esto también lo aprendí). Con el tiempo y muchos aprendizajes de por medio, entendí que se trataba de mi propósito. Quería ser alguien libre para gestionar mi tiempo y diseñar mi día a día. Después de varios años, lo construí y lo sigo haciendo. Ahora, con mi consultora, me dedico a liderar proyectos de forma independiente y también a ayudar a personas a desarrollarse, diseñar y ejecutar planes, ya sea para ascender en el trabajo, mejorar su estilo de vida o simplemente liderar su agenda y tiempos. Se trata más de comenzar a hacer que de seguir pensando en "¿y si...?".

Como dijo Charles Schwab: "El mejor lugar para triunfar es allí donde estás con lo que tienes"

¿Por qué algunas veces todo parece difícil, ineficiente o incluso doloroso?

Esta vez, comparto en este espacio para reflexionar sobre la verdadera clave del éxito. En mi camino, orientado fuertemente hacia los resultados, he aprendido que la magia no está tanto en la definición de las metas, sino en las acciones que realizamos día tras día.

Al escuchar un podcast recientemente, este tema resurgió con fuerza. Es verdad, si constantemente estamos enfocados en el resultado final, corremos el riesgo de desmotivarnos antes de ver el impacto real de nuestras acciones. No se trata de pretender ser perfectos o creernos excelentes en todo momento. Más bien, implica comprender que habrá días en los que simplemente querremos abandonar todo. En esos momentos, recordemos que podemos seguir adelante. Podemos leer esa página que nos inspira, buscar respuestas en un autor, o buscar orientación en un mentor que ya ha superado estos desafíos.

A veces cuesta, a veces desanima, pero la verdad es que no vamos a alcanzar objetivos a través de la motivación constante. Llegaremos solo a través de la repetición constante de acciones, incluso cuando puedan parecer aburridas. Si alguna vez te encontrás a punto de tirar la toalla, en lugar de hacerlo, mírate a ti mismo como si fueras tu propio consejero. ¿Qué le dirías a un amigo en esa situación? ¿Le aconsejarías que lo deje todo, que nada funcionará. Probablemente no. Entonces, comencemos a hablarnos a nosotros mismos como si fuéramos nuestros propios amigos; seguramente eso nos llevará a mejores resultados.

Nada valioso fue fácil antes de ser difícil.

Cerrando y abriendo proyectos

Cerrar y abrir ciclos y proyectos es algo que sucede de vez en cuando. La semana pasada, tuve que finalizar uno y a partir del próximo lunes, comienzo otro (la emoción es gigante). Por eso, quiero hablar de un concepto importante que aplica a este tipo de situaciones: la visión retrospectiva.

Mirar hacia atrás y reflexionar sobre el proceso es crucial para aprender y adoptar una mentalidad de crecimiento. La visión retrospectiva nos permite evaluar lo que funcionó bien, los desafíos enfrentados y las lecciones aprendidas. Nos ayuda a celebrar los logros, detectar áreas de mejora y aplicar esos aprendizajes en futuros desafíos.

Esta mirada al pasado nos brinda una visión más clara para enfrentar el futuro. Nos permite trazar un nuevo rumbo, implementar cambios y ajustar estrategias para alcanzar nuestros objetivos. Al reflexionar, estamos mejor equipados para tomar decisiones más informadas en los próximos proyectos y desafíos. La visión retrospectiva no solo cierra un ciclo, sino que nos prepara con más fuerza para el próximo capítulo.

Si quieres abrir un nuevo proyecto, recordá que una parte fundamental está en darte tiempo para cerrar el anterior, aprender y aplicar cada hallazgo en ese nuevo que comienza.

Planificar para vivir y no vivir para planificar

Muchos gurús de la gestión del tiempo y la planificación, sin duda con amplio conocimiento en el tema, presentan herramientas muy sofisticadas para planificar. Hacen interactuar más de diez herramientas digitales, dedican horas a sus rutinas diarias de planificación y diseño. Resulta interesante y atractivo verlo de esa manera, pero la realidad es que la mayoría de las personas no vivimos de la planificación, vivimos de la ACCIÓN; de llevar ideas y proyectos a la realidad.

¿Cuántos de ellos tuvieron que lidiar con el multiempleo, proyectos profesionales exigentes y para peor con un jefe que no nos da buen feedback para apoyarnos en el proceso? Creo que no muchos....

Por eso, mi enfoque no está en diseñar métodos complicados que nos sumerjan en horas de reflexión. Si eso es lo que buscabas, podrías dejar de leer en este momento. Mi postura sobre la planificación es que sea una actividad al servicio de la acción, que nos permita capturar todo lo que está en nuestra mente y nos ayude a ordenar y priorizar para enfocarnos.

Un buen sistema es aquel que, una vez pulido e incorporado, apenas ocupa tiempo en nuestra vida diaria. ¿Por qué? Porque se integra en nuestra conducta y modifica nuestra manera de lidiar con los pendientes o con cada proyecto. Mi experiencia no proviene de ser la mejor planificadora, sino de ser una ejecutora eficaz, de hacer que las cosas sucedan. Utilizando la ingeniería inversa y preguntándome ¿Qué fue lo que me permitió ejecutar tanto y cerrar proyectos con buenos resultados? fue que diseñe un método, sistematizado y capaz de transmitir a otros para que obtengan los mismos o mejores resultados

¡No planifiques tu 2024!

Llegamos al final del año, exhaustos y sobrecargados. Nos piden cerrar todos los pendientes que deberíamos haber terminado hace tres meses. Esta situación puede generarnos ansiedad, inseguridad y agotamiento. Lo que nos sucede es común, es parte de la cultura actual, donde el cierre de año implica poner punto final y esperar un nuevo comienzo en el próximo año, como si empezáramos de cero con más energía, casi que por arte de magia.

Como siempre decimos, lograr un cambio requiere acción; nada será diferente si no hacemos algo diferente. Ayer hablaba con una persona que está realizando el programa de Plan Estratégico Personal conmigo y reflexionábamos sobre esto mismo. Si continuamos haciendo exactamente lo mismo, TE ASEGURO que tus resultados serán EXACTAMENTE los mismos.

Por lo tanto, si deseamos que el 2024 sea distinto, si queremos un auténtico comienzo nuevo, debemos cambiar las reglas del juego. Debemos aprender a celebrar los cierres, a mirar atrás con gratitud y adelante con grandeza.

Te invito a intentar atravesar este diciembre de manera diferente. No lo uses para planificar el 2024, utilízalo para planificar diciembre de 2023. Cierra el ciclo, aprende de todo lo que te rodeó y reflexiona sobre lo que faltó, lo que sobró y lo que anhelas.

Dedícate a estar en el presente; es la mejor manera de construir el futuro.

Expuestos a la incomodidad

Recientemente, tuve la oportunidad de visitar México por dos razones: fui invitada como conferencista para hablar sobre colaboración e innovación, y también participé en el Encuentro Anual de una red de exalumnos, de la cual soy parte y presido. Aunque los detalles más extensos del viaje los compartiré en mi Newslatter de diciembre con quienes ya son parte del programa, hoy quiero compartirles un resumen de mi experiencia.

Quiero hablar sobre la comodidad y cómo puede afectarnos. A veces, estar cómodo está bien, nos da una sensación de seguridad, pero cuando nos acostumbramos demasiado, puede volverse monótono, como si faltara algo emocionante en nuestras vidas. Es esa sensación extraña que surge cuando enfrentamos algo nuevo, algo que nos pone un poco nerviosos pero también nos emociona.

Cuando decidí vivir seis meses en Brasil en 2014, o cuando me postulé a un programa de liderazgo en 2020, no lo hice por sentirme cómoda, sino porque buscaba algo diferente. Las cosas emocionantes no aparecen por sí solas, sino cuando nos aventuramos a explorar nuevas experiencias, a salir de nuestra zona de confort. Hoy tengo amigos en diferentes países gracias a que me animé a viajar y a conocer personas nuevas.

Todo esto sucedió porque me atreví a hacer cosas distintas, a salir de mi país y explorar el mundo. Y esta semana volví a conectar con esa sensación y lo bueno y saludable que es transitarla, salir del statu quo. Por eso, quiero animarte también a dar esos pasos. La vida es única y, aunque cause miedo, aventurarse puede llevarnos hacia caminos que ni siquiera habíamos imaginado

"Un toque de obsesión"

"No va a salir nada de esto. ¿De qué sirve esforzarme y dedicar tiempo si no habrá resultados? ¿Quién soy yo para pensar que podría lograrlo?" Estas son frases que a menudo se repiten en mi mente, desafiando lo que sé que puedo lograr. Hace un tiempo ya que decidí hacerme esta pregunta (y que dos por tres necesito volver a hacérmela). ¿Cómo puedo ser más fuerte que esa voz que constantemente trata de frenarme? ¿Cómo puedo hacerle frente? Junto a esa voz negativa, existe otra que me dice: "Mira lo que estás logrando, cómo estás impactando en la vida de las personas, cómo les estás facilitando las cosas."

Creo que la clave está en aferrarse a esta última voz que se basa en la evidencia y resultados, tanto como sea posible y echarle un vistazo ocasional a la primera. La primera voz mantiene viva la búsqueda constante de la mejora, te desafía a pensar que podrías hacerlo mejor. Pero no deberíamos darle demasiado crédito, porque podría apagarte y evitar que alcances tu máximo potencial.

Esta postura evita el exceso de positivismo (donde TODO se supone que saldrá bien), pero tampoco cede ante la voz que elimina la posibilidad de que ALGO salga bien.

Es en ese espacio intermedio donde puede entrar en juego un poco de obsesión. Personalmente, me considero alguien ligeramente obsesionado, pero solo con lo que realmente me motiva. Me cuesta leer libros en general, pero cuando se trata de estos temas, los consumo cual tarro de dulce de leche. Por eso, saber cuándo usar esa obsesión es crucial. Para mí, es como ese golpe de cafeína cuando siento que me falta energía. Utilizo esa obsesión y la transformo en enfoque y dedicación. En ese momento, me convierto en un motor en marcha. No me detengo.

En resumen, creo que la clave para alcanzar tus metas no está en dejar que la duda y la negatividad te frenen, ni en aferrarte ciegamente a una actitud positiva. En su lugar, se trata de encontrar ese equilibrio entre la búsqueda constante de la mejora y la confianza en tus capacidades para hacerlo. La obsesión, cuando se usa con precisión, puede ser tu aliada para mantenerte enfocado en lo que realmente importa. Quizás entonces se trate más de saber usar nuestras herramientas, más que de la herramienta en sí...

Nadie te va a salvar

Mi padre, desde que era muy chica, tenía una peculiar forma de prepararme para el futuro. Desde mis 5 años hasta podría decir mis 9, era una niña bastante exploradora. Me acuerdo de estar buscando caracoles en el fondo de mi casa, haciendo muñecos de arcilla con tierra que encontraba en un balneario cuando nos íbamos de vacaciones y así. También era un poco aventurera, por no decir bestia, tenía las rodillas bastante raspadas de mis exploraciones e intentos de destreza que nunca se terminaban concretando, piruetas un poco extrañas que terminaban con mi cara contra el piso.

Un día, en una tarde de verano muy linda, frente a mi casa había una plaza a la que muchas veces cruzaba en verano, cuando en la ciudad no había un alma. Me habían regalado mi primera bicicleta, o como yo la llamaba, la "chicleta", y estaba empezando a dejar las ruedas, ¡gran desafío! Antes, con las rueditas, todo era más fácil. Ese momento en el que venía andando de forma equilibrada, sin ningún obstáculo, con el aire en la cara, incluso podía dejar mis pies suspendidos en el aire y todo estaba bien, yo seguiría en pie.

Llegó el momento de dar el paso, empezar a practicar, ya lo había intentado en algunas ocasiones pero todas fueron fallidas. Una vez más me dediqué a hacerlo, tenía que suceder, tenía que lograr suspenderme en el aire de forma mágica (o eso pensaba yo) y poder trasladarme de punto A al punto B, o en ese caso, del subibaja hasta a la hamaca. Allí fui decidida, comencé bien, pero como supondrán a esta altura, no lo logré. Me fui al suelo una vez más, y esta vez la "chicleta" quedó encima de mí, por lo que no podía levantarme.

Comencé, teatralmente como me caracterizaba, a clamar piedad por mi padre, a quien le pedí ayuda para que viniera a levantarme. Entonces él tuvo la fantástica idea de decirme: "Vení, que te levanto". Mi cerebro quedó bloqueado por un momento, las ironías no eran mi fuerte para entonces. La realidad es que no tuve forma de salir de allí hasta que no vino una vecina, y fue entonces cuando mi padre (muerto de vergüenza) me levantó. La realidad era que, como siempre, no me había hecho nada, no tenía dolor, nada grave había sucedido, y desde entonces mi padre tendria esa estrategia establecida.

Con los años, le pregunté: "Pa, ¿por qué me decías 'vení que te levanto?" A lo que hasta ahora me dice, "Te veía tan chica, tan indefensa y sabiendo que no siempre iba a estar yo para ayudarte, quería que lo intentaras la mayor cantidad de veces posible antes de que fuera a ayudarte." Y la verdad es que personalmente, esta historia me gusta mucho, no solo porque me causa gracia de forma natural, y porque realmente me acuerdo de ella, sino porque me hace dar cuenta de cómo esos momentos se pueden volver nuestros caballito de batalla.

Si estamos esperando, dejando pasar el tiempo que es realmente lo más valioso que tenemos, para que alguien venga y nos levante, estamos fritos. Nadie va a venir a levantarnos, primero porque no es su responsabilidad, y segundo, porque tienen sus problemas, realmente los tienen. Tampoco la suerte o nuestra positividad harán mucho. La mejor opción es hacernos cargo de nosotros mismos, tomar decisiones, actuar, avanzar y levantarnos de la bicicleta. Si otros nos terminan levantando, bien pero si esto no sucede ya habremos aprendido a levantarnos por nuestra cuenta!

¿Cuál es el Messi de tu equipo?

En estos días, he estado leyendo mucho sobre cómo nuestro cerebro se comporta y se entrelaza con nuestras emociones. No siempre tenemos presente a ambos jugadores, y debo confesar que no se bien cuál de ellos dos sería Messi, creo que ambos dos ;-).

Pero si de planificación se trata, creemos que la clave para la organización es convertir a nuestra mente en la máquina perfecta, la mejor IA posible. Lamentablemente, olvidamos que ya somos la mejor IA posible gracias a que no somos artificiales, y que las emociones existen. Pero, ¿cuánto espacio le damos a este jugador tan importante como titular en el partido?

Conocer las emociones que nos rodean, aprender a usarlas en nuestro beneficio y tenerla presente de forma constante para la mejora continua (aprender de los errores), son esenciales para diseñar la vida que deseamos, para armar nuestro sistema personal.

Hoy, 22 de octubre, si estás leyendo este fragmento, quiero recordarte que en el Programa 1 a 1 que lanzamos oficialmente a partir de noviembre, NO vamos a proporcionar recetas perfectas, ni hay un mapa trazado, ni un simple copiar y pegar para aplicar. Lo que haremos es transformar la manera en que percibes y te relacionas con la realidad. Vamos a aprovechar al máximo a estos dos jugadores, la mente y las emociones, y los haremos jugar juntos en el mismo equipo y en la misma cancha. ¡Espero verte pronto por ahí!

¿Es posible que todo esto sea una estafa?

Vivimos en una vida realmente agitada, todo es para ayer, y la información nos bombardea constantemente. Lo peor es que a menudo no sabemos si la información que recibimos es veraz.
Nos encontramos en lo que se denomina un contexto VUCA, que hace referencia a lo volátil, incierto, complejo y ambiguo de nuestra realidad. Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Es posible encontrar tranquilidad y hacer todo lo que tenemos pendiente antes de que termine el día? La verdad es que NO. No todos los gurús de la productividad logran ni siquiera la mitad de lo que predican. ¿Entonces, de qué se trata todo esto? ¿Es una estafa?

La realidad es que sí es posible reducir la ansiedad, cuidar nuestra energía y tomar el control de nuestro día a día. Esto no significa que el día vaya a ser perfecto, porque te aseguro que no lo será. Pero es nuestra responsabilidad ser conscientes de cuánto esfuerzo dedicamos a nuestros proyectos personales en comparación con nuestros trabajos o emprendimientos. Ese es el verdadero cambio mental. Para empezar, creo que lo más importante es considerar:

1 - ¿Qué significa el éxito para mí?

2 - ¿Cómo puedo definir una acción inmediata que me acerque a ese lugar hoy? 3 - ¿Estoy diseñando mi día de manera que mi contexto me ayude a lograr esa acción?

¿Cómo me siento hoy?

Comienzo este espacio con esta pregunta, que incluso me la estoy haciendo en este momento. Me pregunto cuántas veces nos hacemos esta pregunta, creo que pocas. Hoy me siento bien, tuve un gran día, pero no fue un gran día porque logré cosas importantes o alcancé una gran meta, la realidad es que no.

Fue un gran día porque:
1 -
Aprendí algo nuevo.

2 - ¡Me compré 3 libros!

3 - Pude disfrutar de pasar un buen rato al aire libre, con mi cara al sol.

Quizás te resulte un poco extraño que sienta que eso fue un gran día, pero la realidad es que lo fue, y no se debe a otra cosa que no sea el hecho de que ESTÁ EN SINTONÍA CON MIS VALORES, y eso hace que la sensación con la que puedo decir, hoy, domingo a las 22:18hs, fue un GRAN DÍA. La forma en que lo narro no es casual, la realidad es que sentarme a pensar, describirlo y repasar lo que hice, y luego asociarlo con mis valores es la forma en que esto se vuelve un método, parte de un sistema. Y cobra total sentido cuando, al escribir estas líneas, vuelve a sentirse así, un gran día.

Espero que vos también puedas comenzar a hacerte, cuando puedas, esta misma pregunta.

Suscribite a nuestro newsletter

En este espacio te compartiré mis mejores consejos sobre productividad, gestión y organización, para que puedas tomar el control de tu día a día y pasar de la IDEA a la ACCIÓN.

© 2024 To do it | Todos los derechos reservados